Carta a Cerverí. La influencia del aire.

Debería haber precisado más el título de lo que te envié. En lugar de decir 'Un alma física pero no orgánica' debería decir 'Un alma física pero no exclusivamente orgánica'. ¡Claro que somos orgánicos! Lo que yo digo es que ciertos estados de conciencia no dependen tanto de nuestro cuerpo en sí como de ciertas fluctuaciones de la presión atmosférica (esto es: el aire, el 'pneuma') a las cuales éste es sensible. Mi planteamiento en el fondo es conductista, estímulo-respuesta. El estímulo es la fluctuación de la presión del aire. La respuesta es el estado de conciencia: el tipo de actividad mental, la intensidad de esta actividad mental, la disposición motivacional y emocional... (podría guardar relación con el pensamiento planificador / meditativo del que habla Heidegger). 
Propongo que nuestro estado mental no depende tanto de los contenidos mentales como de un mecanismo ciertamente orgánico (respiratorio, circulatorio y neuronal) de tipo reflejo que sería sensible a las fluctuaciones de la presión del aire. Este mecanismo sería una estructura biológica que varía en función de las evoluciones de la presión atmosférica. Sería un órgano sensorial, ni más ni menos.
¿Me habré pasado? Puede ser, pero esto es lo que creo. Esta es el alma de los materialistas griegos. E incluso, si nos aliamos con Miguel Servet, la de los textos bíblicos. Es el alma de la que también hablaban, de un modo u otro, Nietzsche, Hölderlin, Arabi, los hipocráticos, los pitagóricos, los órficos... El alma no es sólo lo que nos da la vida al nacer, o lo que hace funcionar y mover nuestros órganos biológicos. Estarás de acuerdo conmigo en que el concepto de alma ha tenido siempre un significado sobre todo mental y que muy a menudo los términos de alma y mente los podemos utilizar de manera intercambiable. Y el concepto de alma incluye también el estado de ánimo. Los afectos, los estados de ánimo y el pensamiento son prácticamente una misma cosa, si seguimos a Heidegger (y el sentido común).
De modo que el pneuma, el viento, el soplo... las fluctuaciones de la presión del aire, en su devenir temporal dan forma, por un mecanismo psicofisiológico, a nuestros variables estados mentales, estados de ánimo, disposiciones... El alma no es algo que se origine y exista encerrada dentro del organismo sino que proviene de afuera. No emerge de forma autógena de nuestros tejidos orgánicos, como parece presuponer la ciencia. Yo no creo en la existencia de un cerebro autónomo y mágico.
Los contenidos de nuestros pensamientos, evidentemente, son diferentes de una persona a otra o de un momento a otro, porque estamos expuestos a estímulos diferentes y tenemos experiencias diferentes. Pero el pensamiento no se mueve sólo por asociación de ideas o por la percepción de los cinco sentidos clásicos. No podemos explicar todo el discurrir de nuestras ideas por una asociación entre ellas, según sus semejanzas y diferencias. Ni tampoco lo podemos explicar por lo que captamos a través de la percepción en sus modalidades sensoriales clásicas: vista, oído, gusto... La vida, creo, sería muy previsible y aburrida, y la psicología sería una ciencia exacta en este supuesto. Hay más variabilidad que ésta. Está el elemento anímico del que hablan los griegos antiguos, que actuaría por las estructuras del organismo y que es universal y común a todos los individuos, que se oculta detrás de las variaciones del aire. Este elemento se convierte, de alguna manera, en nuestra conciencia o estado mental junto con los contenidos concretos de nuestra experiencia, los cuales estimula y organiza interfiriendo en las leyes asociacionistas del pensamiento y de la percepción.
Esta 'alma' o 'influencia del aire' constituiría una modalidad sensorial desconocida. Propongo, como ya hizo Servet, que tenemos una sensibilidad a las variaciones de la presión del aire, las cuales experimentamos como estados anímicos, disposiciones, pensamientos... Se trata de una modalidad sensorial 'interoceptiva', como el dolor, las sensaciones viscerales... que escapan con frecuencia a nuestro conocimiento consciente pero que interfieren en él. 
Como he dicho, en el fondo el mío es un simple planteamiento E-R. Con esto puedes ver lo que busco en Heidegger y la fenomenología: lo primario y estructural de la experiencia mental, lo que afecta a los contenidos mentales pero que no se reduce a ellos. ¿Podría tener algo en común con el 'ser' de Heidegger o con alguna entidad relacionada?

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